Dice la frase que uno de los secretos de la felicidad consiste no en hacer lo que quieres, sino en querer lo que haces. Que me disculpen quienes estén de acuerdo con lo anterior, pero yo no comparto del todo ese pensamiento.
Cierto que tomar esa actutid ante la vida suena idealista y positivo, pero también encierra algo de conformismo, cuando no de frustración. Verte obligado a querer lo que haces implica sumar otra obligación a la lista, parece hecho para quienes no han descubierto una vocación o para quienes, sabiendo qué quieren, son fracasados y/o incompetentes.
Desde mi perspectiva, hacer lo que quieres es mucho mejor. Difícilmente se encuentra un trabajo exento de dificultades, de tropiezos, de molestias con los compañeros; pero si a ello se añade la genuina satisfacción, la convicción de estar haciendo aquello que te nace, entonces cualquier complicación se minimiza y el gusto por lo que haces se convierte paulatinamente en amor, en un amor fuerte e indestructible.
Compartir y adquirir conocimientos de tópicos varios, ensayar una canción de los Rolling Stones, mostrar a los niños elementos musicales, hablarles de respeto, de generosidad... ver los resultados. Hacer lo que quiero me hace sentir pleno, feliz, ÚTIL; me permite tener un equilibrio como persona y como integrante de la sociedad.
El acervo de conocimientos nutre y prepara, el arte establece vínculos adentro y afuera. Yo amo mi trabajo, y esto es el resultado de aferrarme a hacer lo que quiero.
Hasta la próxima.
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lunes, 26 de marzo de 2012
domingo, 21 de noviembre de 2010
Jugando Futbol
Antecedentes
•20 de noviembre de 2009: alumnos de “Pana” –donde yo trabajaba– se enfrentaron a un combinado de Centro-Mitla. Los de Pana entrenaron y se notó en el marcador final: 11 goles a 2.
•Hace pocos meses me cambiaron a Centro. Días después se llevó a cabo otro encuentro. Pana ganó a Centro 5 a 1.
A mediados de octubre, mis alumnos (los de Centro) pidieron revancha. Les dije que, trabajando ahora con ellos, no quería perder el juego y que los llevaría a entrenar… aceptaron. La dirección de la escuela aprobó un mini torneo: un primer encuentro Sendero vs Centro; el ganador enfrentaría a Pana. La fecha establecida fue el 19 de noviembre.
Los entrenamientos fueron duros y divertidos. Yo intentaba establecer cierto orden y disciplina, porque de estrategia y táctica, muy poco.
Llegó el día, llegó la hora. Al llegar al campo ya los contrarios calentaban. Como no estuvieran todos a tiempo, Centro empezó el cotejo con diez jugadores. Sendero nos (“nos”, jeje) copaba, los minutos iniciales no conseguíamos salir con balón dominado y sólo la fortuna y la mala puntería del otro equipo evitó la primera anotación. Ya once contra once, el equipo pudo plantarse mejor y triangular de manera que hasta a mí me sorprendió. Centro venció a Sendero con marcador de 4-1. Faltaba “la final” contra Pana.
Había energía suficiente para el segundo encuentro –el mejor dividendo obtenido de los entrenamientos– … pero había también algún temor que ninguno se atrevía a manifestar.
Gol de Pana.
Una pequeña ventaja: yo conocía a los jugadores de Pana y sabía sus fortalezas y debilidades. Centro por ningún motivo se desanimó y poco a poco trabajó la remontada. Ante la atónita mirada e incredulidad de Pana, Centro revertió el transcurso de las acciones para anotar dos goles. El segundo tiempo inició con una expulsión por bando. Los espacios, el cansancio y el recuerdo de las anteriores goleadas me pusieron nervioso, pero no a mis alumnos. Un certero contragolpe y la ventaja ya parecía irreversible: 3-1 a favor de Centro. A tales alturas, los de Centro ya caminaban sobre la cancha… los de Pana, también.
Gol de Pana. Tensión.
Silbatazo final, misión cumplida.
Sé que el mérito es completamente de los alumnos, pero no puedo dejar de sentir algo de orgullo por lo poco que aporté para el triunfo. Siento, además y sobre todo, alegría. Alegría al ver la satisfacción reflejada en esos rostros, que hace tan poco tiempo dejaron de ser infantiles y que ahora viven entre las difíciles circunstancias propias de su edad, a la cuales hay que añadir la inusual situación de violencia que devora esta zona fronteriza.
Y cuando empiezo a escribir así, sé que es hora de despedirme.

Hasta la próxima.
•20 de noviembre de 2009: alumnos de “Pana” –donde yo trabajaba– se enfrentaron a un combinado de Centro-Mitla. Los de Pana entrenaron y se notó en el marcador final: 11 goles a 2.
•Hace pocos meses me cambiaron a Centro. Días después se llevó a cabo otro encuentro. Pana ganó a Centro 5 a 1.
A mediados de octubre, mis alumnos (los de Centro) pidieron revancha. Les dije que, trabajando ahora con ellos, no quería perder el juego y que los llevaría a entrenar… aceptaron. La dirección de la escuela aprobó un mini torneo: un primer encuentro Sendero vs Centro; el ganador enfrentaría a Pana. La fecha establecida fue el 19 de noviembre.
Los entrenamientos fueron duros y divertidos. Yo intentaba establecer cierto orden y disciplina, porque de estrategia y táctica, muy poco.
Llegó el día, llegó la hora. Al llegar al campo ya los contrarios calentaban. Como no estuvieran todos a tiempo, Centro empezó el cotejo con diez jugadores. Sendero nos (“nos”, jeje) copaba, los minutos iniciales no conseguíamos salir con balón dominado y sólo la fortuna y la mala puntería del otro equipo evitó la primera anotación. Ya once contra once, el equipo pudo plantarse mejor y triangular de manera que hasta a mí me sorprendió. Centro venció a Sendero con marcador de 4-1. Faltaba “la final” contra Pana.
Había energía suficiente para el segundo encuentro –el mejor dividendo obtenido de los entrenamientos– … pero había también algún temor que ninguno se atrevía a manifestar.
Gol de Pana.
Una pequeña ventaja: yo conocía a los jugadores de Pana y sabía sus fortalezas y debilidades. Centro por ningún motivo se desanimó y poco a poco trabajó la remontada. Ante la atónita mirada e incredulidad de Pana, Centro revertió el transcurso de las acciones para anotar dos goles. El segundo tiempo inició con una expulsión por bando. Los espacios, el cansancio y el recuerdo de las anteriores goleadas me pusieron nervioso, pero no a mis alumnos. Un certero contragolpe y la ventaja ya parecía irreversible: 3-1 a favor de Centro. A tales alturas, los de Centro ya caminaban sobre la cancha… los de Pana, también.
Gol de Pana. Tensión.
Silbatazo final, misión cumplida.
Sé que el mérito es completamente de los alumnos, pero no puedo dejar de sentir algo de orgullo por lo poco que aporté para el triunfo. Siento, además y sobre todo, alegría. Alegría al ver la satisfacción reflejada en esos rostros, que hace tan poco tiempo dejaron de ser infantiles y que ahora viven entre las difíciles circunstancias propias de su edad, a la cuales hay que añadir la inusual situación de violencia que devora esta zona fronteriza.
Y cuando empiezo a escribir así, sé que es hora de despedirme.
Hasta la próxima.
miércoles, 18 de junio de 2008
¿Superación?
Estimados todos, estas imágenes que a continuación veremos nos darán una muestra de cómo la superacion se puede alcanzar.
La confianza, el amor a uno mismo, el deseo y sobre todo creer en nuestra persona y lo grande que somos son parte fundamental para llegar hasta donde queramos.
Se los dejo, disfrútenlo y, por qué no, admírenla.
Video 1
Video 2
Claramente le falta perfeccionar su inglés, pero el avance es notable.
Positivamente: IO.
La confianza, el amor a uno mismo, el deseo y sobre todo creer en nuestra persona y lo grande que somos son parte fundamental para llegar hasta donde queramos.
Se los dejo, disfrútenlo y, por qué no, admírenla.
Video 1
Video 2
Claramente le falta perfeccionar su inglés, pero el avance es notable.
Positivamente: IO.
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